Un hombre ama a una mujer, que no lo corresponde. La mujer es la amante de un tipo, que jamás va a divorciarse. El Tipo está casado con una fulana, a la que le gusta su profesor de tenis. El tenista es pedófilo e intenta seducir a su alumnita quinciañera. La nena es la puta de la escuela y su padre la cree mojigata.
El padre es homosexual reprimido y siente atracción por el profesor de tenis. El tenista odia a su estudiante anciana, porque le gustan las nenas. La señora sabe que su marido tiene un amante y junta pruebas, para quedarse con la empresa. En la empresa trabaja una secretaria, de la cual un pobre boludo está enamorado sin que ella le corresponda.
El pobre boludo se llama Mauricio, se levanta todos los días a las seis y media, desayuna un café con leche y tostadas. A las tostadas les pone manteca y mermelada de ciruela y después va al baño un rato, a veces se lleva el diario de ayer, a veces no.
Mauricio es el contador de la empresa y le gusta asustar al resto del personal, con que los ajustes económicos hacen peligrar la seguridad laboral. Todas las semanas agarra a uno de punto y le mete la paranoia del despido en masa.
Le encanta.
Mauricio trabaja en la oficina enfrentada a la del jefe, donde la secretaria usa siempre minifaldas con medias negras. Mauricio sueña con que sube la minifalda y baja las medias, pero siempre se despierta antes de llegar a la parte interesante.
Mauricio está a punto de suicidarse. Se para frente a la ventana, la abre, deja que el frío aire entre y lo golpee de frente; pero antes de dar el último paso, se acuerda que hay un cheque sin autorizar.
Mauricio se sienta en la silla nuevamente y autoriza el cheque. Sin embargo, antes de volver a la ventana, descubre una mancha en el escritorio.
La mancha es de color azul verdosa. La mancha no es de café, ni de tinta, ni de cualquier otra cosa que pueda encontrarse en una oficina y que sirva para producir una mancha azul verdosa. Mauricio ensaliva un poco una servilleta de papel y refriega la mancha.
La mancha sigue tan azul como verdosa.
Mauricio llama a una de las empleadas de limpieza.
La empleada de limpieza se llama Norma, desayuna (casualmente o causalmente, como usted quiera) la misma mermelada de ciruelas que Mauricio. A ella no le gusta el café con leche, pero se toma un tesito todas las mañanas. Ella también va al baño, pero se lleva una revista de esas que tiran a la basura las secretarias.
Norma siempre quiere ir a la oficina de Mauricio, porque él es el único que le da galletitas y que la saluda para su cumpleaños.
Norma y Mauricio se conocen desde diez años atrás, cuando juntos empezaron el mismo día en la empresa.
Mauricio abre la puerta y Norma entra. Ella ve la mancha y empieza a refregar.
Azul verdosa, aun.
Norma sigue refregando y Mauricio camina, impaciente, por su oficina.
La vista del hombre se clava en esas media negras que se advierten bajo el escritorio, del otro lado del pasillo.
Norma lo sabe, pero se hace la distraída.
La secretaria no soporta a Mauricio. Lo considera un pobre diablo.
Mauricio explota, los pedazos del contador ensucian toda la oficina, pero la única que puede notarlo es Norma. Los demás, a penas si advierten que él se ha desmallado.
Mauricio se despierta en el hospital.
Junto a él, en la cama siguiente, un profesor de tenis tiene fracturado el brazo en tres partes y un fuerte golpe en el rostro.
En otra parte, una nena llora en su pieza, porque ya no puede aprender a jugar al tenis.
Volviendo al hospital, después de cinco años, Norma lleva una flores a Mauricio.
Mauricio ve las flores y se larga a llorar como un chico. Norma lo consuela, el profesor de tenis se hace el dormido y una enfermera, que acababa de entrar en la habitación, saca un termómetro y lo agita.
Norma se para y deja a la mujer hacer su trabajo, luego se despide y vuelve a su casa.
En la empresa, una secretaria y el jefe se encierran, otra vez, en la oficina. La secretaria se sube la minifalda y se baja las medias. El jefe llega a la parte interesante y sigue por un poco más.
Mauricio lo sabe, es Jueves y el jefe siempre se queda hasta tarde los jueves.
La fulana también lo sabe, pero ella ya se está buscando otro joven y apuesto profesor de tenis y guarda otro montón de fotos en su caja privada de seguridad.
El mundo sigue girando, el sol se asoma por el este y sigue su curso.
Norma se prepara un té, se carga una tostada con mermelada y se va para la empresa. Encara la mancha con ganas y con fuerza, pero esa cosa nunca sale.
Sigue tan azul verdosa como antes y amenaza con llevarse el escritorio a la tumba.
El pedófilo se despierta y un oficial lo arresta.
Mauricio abre los ojos y al rato le dan el alta.
La secretaria es despedida y reemplazada con una mas joven.
Norma vence a la mancha y el escritorio vuelve a estar limpio.
El jefe se divorcia de la fulana y pierde todo lo que tiene.
La fulana deja todo en manos del presidente de la empresa y se compra un club privado de tenis.
La nena se inscribe en el club de la fulana y se enamora de un pibe de su edad.
El pibe tiene un vecino que está enamorado de una mujer que no lo corresponde.
11/1/08
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