26/2/09

Picadito en la plaza

26/2/09
En la placita del barrio hay juegos, flores árboles y muchos espacios verdes, donde los pibes se juntan a jugar un picadito.
El hijo de la muerte, el gemelo malvado de Cupido, el sobrino del engaño, el hijo de la peste y el hermano menor del hambre, caminaban sin pelota, buscando a quién hacerle partido.
- Quiero jugar. – Dice el gemelo malvado de Cupido.
- Tranqui. – Pide el hijo de la muerte. – ya vamos a encontrar una pelota.
Los cinco cruzaron la plaza de punta a punta y lo único que encontraron, fue cuatro nenes, que jugaban con una pelota roja, que hacían unos pases muy pacíficamente.
- Me los como crudos. – Dice el hermanito del hambre, mientras señala a los cuatro niños rubiecitos, de pantaloncitos cortos color negros e impecables remeras blancas.
- ¿Con eso vamos a jugar? – Pregunta el gemelo malvado de Cupido.
- Tengo una idea. – Avisa el sobrino del engaño.
El grupito se reúne y comenta la idea, parece buena, por ahí resulta.
- Buenas. – Dice el hijo de la muerte, mientras levanta la mano para saludar. – Les hacemos partido. – Desafía.
Los nenes se miran entre ellos. Uno no parece muy conforme, se siente mal, por no jugar muy bien a la pelota y teme ser el culpable de la derrota.
- Está bien. – Dice el mayor de los cuatro hermanitos. – Vamos a jugar.
Los chicos se acomodan y delimitan la cancha.
- Cuatro contra cuatro. – Dice el hijo de la muerte.
Uno de los nenes se sorprende, estaba seguro que eran cinco, pero cuando vuelven a contar, quedaban cuatro contra cuatro.
El hijo de la muerte, el gemelo malvado de Cupido, el hijo de la peste y el hermano menor del hambre, contra los cuatro nenitos.
- Pero yo soy un desastre jugando. – Admite el más chico de ellos, en voz baja.
- No te preocupes. – Dice el mayor, mientras palmea su espalda. – Dios juega con nosotros.
- ¿Si? – Se sorprende el hijo de la muerte. – Eso es trampa, a nosotros nos faltaría uno. Mejor, vamos a poner parejas las cosas.
El hijo de la muerte saca rápidamente una bolsita de cuero del bolsillo, la abre y deja caer un polvo plateado y dibuja una estrella de cinco puntas en el suelo. Realiza un rápido movimiento con las manos, se corta y deja caer un poco de sangre sobre el dibujo, al tiempo que pronuncia unas extrañas palabras.
Una explosión de fuego intenso se genera sobre la estrella y el diablo aparece en el lugar.
- Yo juego adelante. – Dice el diablo, con botines negros y tapones de acero con punta.
- AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA. – Gritan los nenes y salen corriendo desesperados, olvidando la pelota.
El diablo se ríe a carcajadas y poco a poco, va cambiando de forma, hasta volver a tener la apariencia del sobrino del engaño.
- La exjeraste con el fuego. – Reprocha el hijo de la muerte, mientras se limpia las manos y tira el sobrecito de Ketchup, con el que simuló la sangre.
El sobrino del engaño se ríe.
- Si lo sé, pero no pude evitarlo.
El hijo de la peste agarra la pelota y empieza a hacer jueguitos.
- ¿Cómo jugamos?
- Un 25, a un toque. – Dice el gemelo malvado de Cupido. – Vale quemarropa.

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