Resulta que me mudé. Agarré mis cosas y por cuestiones que vienen al caso pero que igualmente no diré, me despedí de todos y marché
Mi nueva ciudad es linda, la gente es agradable y el trabajo que encontré me satisface bastante. Sin embargo, aquella vieja rivalidad con el sol, sale a flote una vez más.
El sol calienta tanto en esta ciudad, que si uno respira profundo, corre el riesgo de llenar sus pulmones de aire caliente y salir volando como un globo. Claro que, soy tan flaco, que un payaso gigante podría hacer un perrito conmigo, o una espada, o cualquier otra cosa, que se pueda lograr con uno de esos globos largos y angostos.
Es una ciudad tan calurosa, que se podría hacer un huevo frito en el asfalto, pero nadie se gasta en algo que no va a llenar el estómago, por lo que directamente, se tira salsa en un bache, se le agrega papa, cebolla, arroz, pedacitos de carne, una lata de arvejas, condimentos y se prepara un rico guiso al bache, receta muy popular en la zona.
El aire acondicionado, en este lugar, está a punto de ser beatificado y convertirse en el primer santo de la religión que profesa “Deus ex machina”, pero para lograrlo, hay que dirigirse a la subsecretaría de beatificaciones y sólo abre al mediodía, por lo que se está esperando al invierno, para iniciar el trámite.
La primera vez que salí a la calle durante el mediodía y el sol toco mi hermosa cabeza, juro que miré hacia el cielo, creyendo ver la inmensa mano de Dios, con una lupa gigante, jugando con nosotros como si fuéramos hormigas.
Sin embargo, permítanme decirles, que tanto calor tiene sus ventajas. Si uno hace un asado al aire libre, no necesitará dar vuelta la carne, pero si va a ser conveniente taparla en algún momento, porque seguramente se hace más rápido la parte de arriba, que la que quede sobre las brasas.
Al terminar de bañarse, uno solo necesita mover la cabeza rápido, para que el aire caliente le seque el cabello, brindándole un peinado digno del mejor secador de pelo. El sauna es gratis aquí, uno sólo necesita dejar una palangana de agua en cualquier habitación con techo de chapa, ponerse una toalla en la cintura y sentarse a disfrutar de cómo se le abren los poros.
La ciudad es linda y la gente agradable, eso es lo que importa, ellos van a conocerme en invierno, cuando pueda alejarme del aire acondicionado, sin morir en el intento.
29/12/08
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
1 comentarios:
buenisimo, me encanto, tendrias que escribir tambien, de la ciudad que dejaste, claro, acordandote de las noches frias, de caminar rapido, y saltar para que no te salpiquen las olas, cuando paseabamos por Alfonsina. Y no olvidarte de Roboluba, pobre.
Publicar un comentario