Un hombre prende la luz y advierte, por un instante, como la oscuridad retrocede, dándole espacio a las formas y colores. El hombre, por alguna extraña razón, sufre una epifanía y comprende el sentido de la vida, la verdad sobre la creación del universo y todo lo demás.
Inmediatamente después, se sienta a comprobar que la respuesta sea “42”, pero no puede lograrlo, porque el universo es un wacho con muchos secretos, al que no le gusta que los anden divulgando por ahí y mete su mano para que una lámpara se descuelgue del techo y le parta la cabeza al hombre.
- No somos nada. – Dice uno de los deudos, en el funeral del hombre.
- Polvo somos y polvo seremos. – Dice otro deudo.
El universo escucha y piensa… pero esas pavadas son tan trilladas en los funerales, como el chiste de decirle a alguno en la cocina del velatorio “Lo siento”, para que te respondan “No, mejor dejalo acostado”.
29/12/08
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