Una mujer camina por el parque y advierte que un árbol se desplaza, moviendo sus raíces de un lado a otro. La señora, sorprendida, se acerca al árbol y lo toca, para comprobar que no fuera un espejismo.
- ¡Señora! – Exclama el árbol ofendido. - ¿Qué hace?
La señora se sonroja y retira la mano de la corteza.
- Creí que era un espejismo. – Se defiende la mujer. – Tenía que comprobarlo.
El árbol pone gesto serio.
- Podría haber preguntado. – Reprocha.
- Pero, usted es un árbol. – Asegura la mujer.
El árbol, creyendo que la afirmación de la mujer ya era estúpida, se queda en silencio.
- Los árboles no se mueven. – Afirma la mujer, tratando que su mundo vuelva al orden que ella creía que tenía.
El árbol agita sus ramas, levanta una raíz y se mueve unos centímetros hacia su derecha.
- Es evidente, que si podemos hacerlo.
La mujer, nerviosa, saca su celular y marca un número, pero su rostro denota que tras contar la historia, su interlocutor no le creyó.
- Animales. - piensa el árbol en voz alta. – Siguen creyendo ser los únicos con libre movimiento.
Una roca giró sobre sí misma y se acercó al árbol.
- Es verdad. – Afirma tras rodar. – También creen ser los únicos capaces de hablar.
La señora, que ya había tenido suficiente, ve a la roca y a punto está de gritar y correr lejos de allí, pero intenta calmarse.
- Pero, usted es una piedra.
La roca se ofende.
- Señora mía. – Dice indignada la roca. – Si yo no la ofendo a usted, le pido que tenga más respeto conmigo.
- Mamíferos. – Escupe una paloma, que se posa en una de las copas del árbol. – Se creen dueños del mundo.
La señora, alterada, saca un frasquito naranja de su cartera marrón, pero al abrirlo, advierte que ya no le quedan más pastillas.
- Te tomaste la última hace tres días. – Recuerda el frasquito plástico, con una voz seria y grabe.
La mujer comienza a llorar.
- ¿Qué le pasa? – Pregunta un gato que pasaba cerca y le dio curiosidad.
El árbol larga una carcajada.
- Es un pobre ser humano. – Explica. – Necesita estar atado a la realidad.
La roca asiente, moviendo todo su cuerpo, pero el gato y la paloma se miran sin comprender.
- ¿Por qué? – preguntan al unísono.
- Porque parece que es lo único que tienen y sin ella, muchos humanos se sienten perdidos. – explica el árbol.
Un nene se acerca a la señora.
- Romualdo. – Dice el nene. - ¿Qué le pasa a la señora?
Romualdo, el árbol, mira a su joven amigo.
- Esta asustada.
El nene palmea la espalda de la mujer.
- Tranquila señora, ya está.
La mujer levanta la cabeza, sorprendida.
- ¿Vos conoces a este árbol?.
El nene asiente con su cabeza.
- Si, es mi amigo Romualdo, Romualdo el Árbol y él es Mario la Roca, Juanita Palometa y Cachito el gatito. – El nene, que había señalado uno por uno de los que lo rodeaban, vuelve a mirar a la mujer.
La señora, sonriente, comienza a secarse las lágrimas y le da al nene el frasquito con pastillas.
El nene agarra el frasquito, sin comprender.
- Me habló. – Informa la señora, el frasquito también me habló. Me había asustado tanto, creí que estaba loca.
El nene mira el frasquito que tiene entre las manos y advierte que es de plástico.
- Señora. – Dice el nene con total sinceridad e inocencia. – Todo el mundo sabe que los objetos de plástico no hablan.
15/5/14
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